lunes, 2 de agosto de 2010

EL SOL Y LA LUNA

Contemplaba el horizonte, con el sol a lo lejos escondiéndose, apagando su luz para descansar y dejar paso a la luna.
Pensaba en eso, mirando al sol, que ya pálido, no dañaba la vista. Qué amor tan extraño, el sol y la luna, se aman, pero no se juntan. Sólo se saludan al atardecer y al amanecer, sin tocarse, sin besarse.
Y al pensar en eso, pensó en ella. Igual que la luna, tan lejos y tan cerca. Viéndola todos los días sin poder arrimarse, sin poder besarla, como el sol a la luna.
Y allí asomado al acantilado dejó que el sol se escondiese, como todos los días, y dejó que ascendiera la luna, feliz en su mundo de estrellas.
Y allí descubrió que amar así también era posible, sin tocar, sin besar, sólo saludando al amanecer y despidiéndose al anochecer.
Se levantó contento y regresó a su mundo, sintiéndose sol y saludando a su luna.