domingo, 25 de mayo de 2014

¿A QUÉ SUENAN LOS TAMBORES CUANDO LLAMAN A LA MUERTE?

¿A qué suenan los tambores cuando llaman a la muerte?
A aromas de tumbas y tierras vacías.
Si escuchas sonidos lejanos
no serán las trompetas de los cielos.
El juicio final no existe en el futuro
al contrario,
está aquí, al acercarte a la losa donde descansan los huesos de tus padres
está aquí, en la verde hierba mojada del rocío de las nubes tan reales.
El juicio irreal de la mente humana
se recrea en un ficticio montón de historias escondidas bajo los ataúdes de madera carcomida,
historias podridas como los cuerpos agusanados que se pudren en el interior de sus telas de seda.
¿A qué suenan los tambores cuando llaman a la muerte?
A cloaca, a tristeza, a miserias.
Huelen las moscas la llegada de la amiga de la oscuridad
y se reúnen en una manifestación urbana de protesta absurda.
Ellas quieren los cuerpos de humanos muertos bajo las sábanas de hospital con olor a antiséptico de oferta.
¡Cuánta carne desperdiciada!Piensan.
La moda de incinerar ese suculento manjar las deja sin su aliento de vida.
¿A qué suenan los tambores cuando llaman a la muerte?
A tequila, a música adolescente, a recuerdos antiguos, a amores perdidos.
¿Los escuchas lejanos?
Diviértete mientras tanto,
si llegas a escucharlos de cerca es que la muerte llama a tu puerta.

martes, 13 de mayo de 2014

EL ASESINO DE RECUERDOS

La sombra del olvido acecha
escondida tras la cortina de humo de la esperanza baldía
aguarda, como su hermana la de la guadaña.
Siempre traidora, siempre violenta
arranca el recuerdo de la memoria marchita.

La sombra del dolor eterno
escuece en los ojos
al caer las lágrimas que abrasan
como gotas de ácido sulfúrico,
produciendo un dolor que no evita el fin de la historia escrita en un cerebro consumido.

La inmortalidad añorada por el ser que olvida
se esfuma,
porque ni escrita perdura en su memoria muerta.
Mira sin percibir en la mirada nada.
Admira los colores y las sombras,
sobre todo esas sombras que lo acechan en la oscuridad de su mente y de su ruina.

Y sonríe, con sonrisa boba y muerta,
de niño devuelto a la absurda vida
si el regreso a esa niñez fuera empezar de cero, la adoraría.
Mas su aparición solo persigue una cosa:
alimentarse del recuerdo de la vida que termina.

El asesino es invisible, ni siquiera sombra, no abulta.
no pueden verlo, ni combatirlo, ni quemarlo, ni domarlo.
Ningún sentimiento humano lo domina.
El más cruel enemigo del hombre, el olvido y la muerte de la memoria amiga.