martes, 13 de mayo de 2014

EL ASESINO DE RECUERDOS

La sombra del olvido acecha
escondida tras la cortina de humo de la esperanza baldía
aguarda, como su hermana la de la guadaña.
Siempre traidora, siempre violenta
arranca el recuerdo de la memoria marchita.

La sombra del dolor eterno
escuece en los ojos
al caer las lágrimas que abrasan
como gotas de ácido sulfúrico,
produciendo un dolor que no evita el fin de la historia escrita en un cerebro consumido.

La inmortalidad añorada por el ser que olvida
se esfuma,
porque ni escrita perdura en su memoria muerta.
Mira sin percibir en la mirada nada.
Admira los colores y las sombras,
sobre todo esas sombras que lo acechan en la oscuridad de su mente y de su ruina.

Y sonríe, con sonrisa boba y muerta,
de niño devuelto a la absurda vida
si el regreso a esa niñez fuera empezar de cero, la adoraría.
Mas su aparición solo persigue una cosa:
alimentarse del recuerdo de la vida que termina.

El asesino es invisible, ni siquiera sombra, no abulta.
no pueden verlo, ni combatirlo, ni quemarlo, ni domarlo.
Ningún sentimiento humano lo domina.
El más cruel enemigo del hombre, el olvido y la muerte de la memoria amiga.